Después de cuatro años, negociadores llegan a un acuerdo final
Washington, DC—Los negociadores del gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) harán un anuncio histórico en la noche del miércoles, 24 de agosto. Después de 54 meses de negociaciones exploratorias y formales en La Habana, Cuba, se ha llegado a un acuerdo para poner fin a un conflicto armado que comenzó en 1964.
Más de 220.000 colombianos, más del 80 por ciento de ellos no combatientes, han muerto en este conflicto. La guerrilla de las FARC, con 7.000 miembros y la más grande durante este periodo, es responsable de aproximadamente un quinto a un tercio de estas muertes, (fuerzas de seguridad de Colombia y los grupos paramilitares pro-gobierno cometieron la gran parte del resto). Las FARC llevaron a cabo la mayoría de los secuestros, el uso de minas antipersonal, los ataques contra los centros de población, y los ataques a la infraestructura, y una parte significativa del desplazamiento forzado, reclutamiento de menores, y la violencia sexual. Se ha apoyado financieramente a través de la extorsión y una participación cada vez más profunda en la producción de cocaína.
Una vez que se implementa este acuerdo, por primera vez en la mayoría de las vidas de los colombianos, gran parte de los desplazamientos, violencia y otros abusos contra los derechos humanos relacionados con el conflicto terminará, y el tercer país más poblado de Latinoamérica ya no se enfrentará a un grupo armado capaz de generar violencia a un nivel nacional. Aunque persisten desafíos regionales, este acuerdo de paz es digno de celebración en todo el mundo.
La Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por sus siglas en inglés), una organización de investigación e incidencia que ha seguido de cerca el proceso de paz de Colombia, felicita a los equipos negociadores por un arduo y disciplinado trabajo de cuatro años, que incluyó más de 50 rondas de conversaciones formales. Felicitamos al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, por tomar el paso audaz y políticamente arriesgado de poner en marcha las conversaciones en 2012. Felicitamos al ejército de Colombia por respetar la decisión de líderes civiles de negociar y por contribuir de manera constructiva en las últimas fases de los diálogos. Agradecemos a los países garantes, Cuba y Noruega, y los países acompañantes, Chile y Venezuela, por su apoyo logístico a las conversaciones y por ayudar a mantener por buen camino los diálogos en sus momentos más difíciles. Agradecemos a los enviados especiales de los gobiernos de los Estados Unidos, Alemania y la Unión Europea, que jugaron un papel positivo y de aporte de ideas.
El acuerdo que será revelado hoy es de cientos de páginas (aunque no es aún público, los primeros borradores están disponibles aquí). En él se incluirán compromisos en los cinco puntos sustantivos de la agenda.
No sabemos todavía cómo los negociadores definieron algunas de las preguntas difíciles restantes del acuerdo. Es posible que algunos elementos, especialmente la justicia de transicional, puedan ser preocupante y requerir revisión por las altas cortes de Colombia.
Lo que está sucediendo hoy es sólo un anuncio y (probablemente) la publicación del texto de los acuerdos. Las partes no van a firmar ningún documento todavía, y falta tiempo para que las FARC comiencen a entregar sus armas. Como WOLA describe en un artículo publicado la semana pasada, aún faltan varios pasos.
Líderes de las FARC se reunirán en algún lugar para su 10ª Conferencia que aprobará el acuerdo. Este es un paso necesario para que líderes guerrilleros crean en el proceso. También podría ser un momento en el que diferencias internas sobre el acuerdo se manifiesten entre las unidades guerrilleras. Es poco probable que esto sea un gran problema para los líderes de las FARC—quienes han discutido informalmente los acuerdos durante años, y muchos de ellos han pasado tiempo en la mesa de La Habana—pero podría ser un obstáculo en el camino de la desmovilización.
Los colombianos aprobarán o rechazarán el acuerdo en un plebiscito que se realizará al menos un mes después de que el presidente Santos envíe el texto del acuerdo al Congreso (lo que podría ocurrir tan pronto como la próxima semana). El resultado de esta votación no está asegurado, ya que los oponentes políticos de las negociaciones, como el ex presidente Álvaro Uribe, han logrado una gran cobertura de noticias. Aunque algunas encuestas muestran que más del 60 por ciento de los colombianos están inclinados a votar «Sí», otras muestran las dos opciones en un empate virtual. Nuestra hipótesis es que, si el plebiscito se lleva a cabo semanas después de un acuerdo final, la mayoría de los colombianos votarán «Sí». Sin embargo, si los colombianos votan “No», el acuerdo de paz no podrá avanzar. El presidente Santos y su equipo negociador ya han dicho que no intentarían negociar un nuevo acuerdo.
El Congreso de Colombia tendrá que aprobar una ley que amnistía a guerrilleros acusados del delito político «rebelión» (no de crímenes de guerra.) Las FARC han dejado claro que sus miembros no se entregarán sus armas sin una garantía legal que elimine arrestos. La aprobación de una ley de amnistía (o una garantía similar de no detención) puede depender de la definición de crímenes políticos «conexos»: por ejemplo, si los guerrilleros utilizaron el producto del tráfico de drogas para financiar su «rebelión», ¿puede ser el tráfico de drogas amnistiado? (La respuesta probablemente sea «sí», pero cierto debate es probable).
Una vez que se resuelvan estos problemas, podemos esperar una gran ceremonia de firma de acuerdo, la celebración será probablemente en Colombia (esta ceremonia podría ocurrir poco antes del plebiscito).
El día en que el acuerdo final se firme formalmente será un momento decisivo que los acuerdos de paz llaman el «Día D». Este momento formaliza el cese completo y bilateral de las hostilidades, y pone en marcha un periodo de 180 días para la concentración de los miembros de las FARC en 31 zonas de concentración en todo el país (23 zonas veredales y 8 campamentos), en las que gradualmente se entregarán las armas a una misión y mecanismo de verificación de la ONU. Los 7.000 miembros de las FARC (además de un número indeterminado de milicianos y personal de apoyo) serán introducidos a programas de reintegración y se convertirán en un movimiento político, mientras que guerrilleros y soldados acusados de crímenes de guerra entrarán en el proceso de justicia transicional.
El calendario de estos pasos es una incógnita, aunque fuentes han comentado a la prensa colombiana que podría finalizar rápidamente, probablemente a principios de octubre. Plazos y fechas límites no han sido respetados antes, aunque, este proceso podría tomar más tiempo.
Una vez terminados estos pasos, Colombia se enfrentará a serios desafíos en el período pos-acuerdo. La salida de las FARC del tráfico de drogas no significará el fin del tráfico de drogas o de los otros grupos delincuentes organizados y violentos. El grupo guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN), con 2.000 miembros y más de 52 años de existencia, se mantiene activo en algunas regiones, y aún no ha iniciado conversaciones formales de paz. Fuertes dudas rodean a la capacidad del gobierno de Colombia para llenar el vacío de seguridad e implementar acuerdos en por lo menos 281 de los 1.100 municipios del país (la cifra viene de la Fundación Paz y Reconciliación).
A pesar de los retos, los beneficios de un acuerdo de paz son claros y convincentes. Como explica una base de datos gestionada por la organización CERAC, el des-escalamiento del conflicto que ha acompañado a las conversaciones ha impedido probablemente entre 1.500 y 2.000 muertes. Los últimos 13 meses han visto la menor cifra de violencia política en Colombia desde que comenzó el conflicto hace medio siglo.
Este acuerdo está lejos de ser perfecto, y enormes retos continuarán. Sin embargo, el logro que se anunciará hoy es monumental, y digno de celebración. WOLA felicita a todos aquellos que hicieron esto posible, y anima al gobierno de los Estados Unidos y el Congreso a ser igual de generosos y pacientes con los esfuerzos de paz de Colombia como lo fueron durante los años más intensos del conflicto armado.