WOLA: Advocacy for Human Rights in the Americas
27 Jul 2022 | Análisis

Desconexión en política de drogas de E.E.U.U.: Empezando la reducción de daños en casa, y metiéndose de lleno en la “guerra contra las drogas” en el extranjero 

La estrategia nacional contra las drogas del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que incluye un enfoque en la reducción de daños para responder a una crisis de sobredosis en el país, no concuerda con la “guerra contra las drogas” en curso en América Latina, que ha fracasado en frenar el suministro de drogas, con un enorme costo en vidas humanas.

Un nuevo informe de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) sostiene que el régimen mundial de prohibición de las drogas y la “guerra contra las drogas” de 50 años dirigida por Estados Unidos no sólo han tenido resultados desastrosos en todo el mundo, sino que están exacerbando cada vez más otros problemas graves. Entre ellos, la violencia, la corrupción, el crimen organizado, los desplazamientos forzados y la migración, así como la pérdida de bosques y el cambio climático.

Las Consecuencias Catastróficas de la Prohibición de las Drogas en las Américas sugiere cómo alejarse de un marco de política de drogas prohibicionista puede contribuir a aliviar los daños causados por las drogas y su comercio. 

La histórica apuesta de la administración Biden por la reducción de daños -junto con las innovaciones estatales y locales en materia de prevención de sobredosis, despenalización de las drogas y legalización del cannabis- son grandes pasos en la dirección correcta. Sin embargo, los cimientos prohibicionistas de la política estadounidense siguen intactos, y la guerra contra las drogas continúa en el continente americano. 

Medio siglo después de que Nixon declarara la moderna guerra contra las drogas en Estados Unidos, la producción de drogas ilegales está en auge y las drogas siguen siendo más fáciles de conseguir y más potentes que nunca en el país. 

“Un ‘mundo libre de drogas’ ha demostrado ser una ilusión imposible y peligrosa”, dijo John Walsh, director de Políticas de Drogas de WOLA. “Tratar de conseguirlo ha magnificado enormemente los daños causados por las drogas, ha destruido millones de vidas con castigos draconianos y ha alimentado una violencia devastadora y violaciones de derechos humanos”.

Cuando Biden lanzó su exitosa candidatura a la presidencia, Estados Unidos ya estaba inmerso en la peor crisis de sobredosis de su historia, con más de un millón de muertes por sobredosis desde 2001, y el número de víctimas mortales superando las 107.000 en 2021

En América Latina, la expansión del tráfico de drogas ha supuesto un aumento de la violencia a manos de gobiernos y grupos delictivos. En este contexto, las comunidades marginadas siguen soportando el peso de las políticas represivas, incluido el aumento de la criminalización y el encarcelamiento por posesión de drogas o actividades de comercio de drogas de bajo nivel, con un impacto desproporcionado en personas que viven en la pobreza, minorías raciales y étnicas, comunidades indígenas, mujeres, niños y niñas, personas LGBTQI+ y otras personas marginadas.

Descargue aquí el informe con citas.

Los esfuerzos liderados por Estados Unidos para erradicar el tráfico ilegal de drogas no han conseguido afrontar la realidad de que el tráfico de drogas constituye una estrategia de supervivencia económica crucial para millones de personas en América Latina y en todo el mundo, una red de seguridad social de facto del tipo que las élites nacionales y los propios gobiernos han demostrado no querer o ser incapaces de proporcionar. 

El nuevo informe de WOLA reconoce los formidables obstáculos a las reformas: técnicos, jurídicos y, sobre todo, políticos. Pero formidable no significa insuperable. Durante mucho tiempo en el epicentro de la guerra contra las drogas liderada por Estados Unidos, los pueblos de América Latina y el Caribe pueden desempeñar un papel de liderazgo en el cambio hacia políticas de drogas más humanas y eficaces.

“Las profundas raíces de la prohibición podrían llevarnos a pensar que la reforma nunca podría producirse. Pero el régimen actual surgió en un momento histórico determinado, ya se está fracturando y no tiene por qué perdurar para siempre”, dijo John Walsh. “Los seres humanos consumían drogas mucho antes de la prohibición, siguen haciéndolo ahora y lo harán después de que la prohibición desaparezca. La respuesta no es más prohibición de las drogas, sino una transición responsable hacia la regulación legal”.

El fundamento de la transición a la regulación no es que las drogas sean seguras, sino que el consumo de drogas plantea una serie de riesgos y que los gobiernos deben aplicar sus herramientas de regulación para gestionar esos riesgos y proteger la salud y la seguridad públicas. Los modelos de regulación deben priorizar los intereses y la inclusión de las comunidades más perjudicadas por la aplicación punitiva de la prohibición de las drogas. Estos marcos reguladores serán mucho más adecuados que la prohibición para proteger los derechos humanos y promover la salud, la igualdad de género y racial, la seguridad y la sostenibilidad medioambiental.