Mario Tama/Getty Images
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El domingo, las personas venezolanas acudirán a las urnas en unas elecciones que han despertado una tentadora posibilidad: ¿Se vislumbra una transición democrática en Venezuela?
Para entender mejor los posibles resultados en las horas, días y semanas posteriores a la elección, la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) convocó a dos expertos: Héctor G. Briceño, investigador visitante en la Universidad de Rostock (Alemania), y Tamara Taraciuk Broner, directora del Programa Peter D. Bell sobre Estado de Derecho en el Diálogo Interamericano.
La participación electoral será fundamental para determinar el resultado de la elección, con el electorado como protagonista. Según Héctor Briceño, “En la medida en que superemos ese umbral de participación, que es un poco más del 55 por ciento [del Registro Electoral], los escenarios positivos tienden a ser los de mayor probabilidad, los de una victoria de las fuerzas democráticas”. Añade que si la participación cae por debajo de ese umbral, “los escenarios se vuelven mucho más complejos, incluso podrían llevar a una eventual victoria del propio gobierno”.
El periodo postelectoral será crítico, con el despliegue de complejos escenarios políticos. Briceño señala: “El momento postelectoral sigue siendo el momento de la política por excelencia”. Una variable clave es la diferencia de votantes entre los dos principales candidatos, según “Cuanto mayor sea la diferencia, más incuestionables serían los resultados y permitiría a los factores democráticos tener una capacidad de negociación mucho más amplia”. Tamara Taraciuk añade: “El 28 de julio va a ser un día que se traducirá en un momento político muy relevante, independientemente de lo que ocurra con los resultados”. Hay una puerta abierta para una conversación entre la oposición y el gobierno, pero Taraciuk advirtió que se trata de dos partes muy desiguales y que el gobierno probablemente buscará la manera de aferrarse al poder.
WOLA planteó cuestiones sobre la complejidad de equilibrar los estándares de derechos humanos con las exigencias políticas durante una posible transición. Taraciuk explica, “En Venezuela se han cometido dos grandes tipos de delitos en los últimos años, uno tiene que ver con graves violaciones de los derechos humanos y el otro, con la corrupción, el narcotráfico y el blanqueo de dinero”. Y añade: “Hay ciertas personas al más alto nivel que están implicadas en los delitos más graves y que siempre tendrán que enfrentarse a la amenaza de un proceso penal en virtud del derecho internacional”.
En el caso de los altos cargos responsables de crímenes contra la humanidad, existe un límite claro en el derecho internacional que no les permitiría beneficiarse de amnistías o indultos. Taraciuk sostiene que en los casos de corrupción y otros delitos no relacionados con graves violaciones de los derechos humanos, existen vías legales para ofrecer incentivos. Este enfoque puede ayudar a estos individuos a ver un futuro político en un nuevo gobierno y disuadirlos de seguir reprimiendo al pueblo venezolano.
Las fuerzas armadas son actores clave en este contexto electoral y en una potencial transición. Briceño afirma, “Claramente existe un capital institucional dentro de las fuerzas armadas para básicamente apoyar o cumplir con su rol institucional establecido en la Constitución”, considerando que los rangos más bajos de las fuerzas armadas también han experimentado de primera mano el impacto de la emergencia humanitaria compleja.
En cuanto a la comunidad internacional, Taraciuk señala la importancia de distinguir entre los distintos papeles que podrían desempeñar los países latinoamericanos y los Estados Unidos. Para Estados Unidos, Venezuela es una prioridad en la medida en que afecta a sus intereses. Más concretamente, la migración es una preocupación, ya que podría producirse un aumento de la migración proveniente de Venezuela si no se produce una transición de gobierno. A pesar de enfrentar tres crisis simultáneas — migración masiva, emergencia humanitaria y violaciones a los derechos humanos —, la comunidad internacional no ha priorizado a Venezuela en su agenda. Taraciuk destaca que, “con las elecciones, Venezuela vuelve a estar en el radar de los medios internacionales y de la comunidad internacional… Creo que es una oportunidad”.
Tanto los Estados Unidos como Venezuela han reconocido públicamente hace poco, que ha habido conversaciones en Qatar, algo que se había mantenido confidencial en el pasado. Aunque esto plantea interrogantes sobre en qué punto se encuentra el proceso de negociación formal con la mediación de Noruega, el hecho de que los canales estén abiertos es una buena señal. No obstante, Taraciuk subraya que las elecciones no son más que el primer paso, y que aún está por verse cómo se utilizarán estos canales después del 28 de julio.
Ambos expertos hacen énfasis en que, a pesar de los numerosos obstáculos y las condiciones injustas en las que se están celebrando estas elecciones, existen oportunidades de cambio en Venezuela. En cualquier caso, las elecciones serán sólo el comienzo de un proceso largo y complejo. Las elecciones locales y legislativas previstas para 2025 también ofrecen una oportunidad para la democratización del país.
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