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6 Jul 2022 | Análisis

¿Cuál es el impacto medioambiental de la prohibición de las drogas?

El último Informe Mundial sobre las Drogas, elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), vuelve a estar repleto de datos y análisis importantes, entre ellos sobre el impacto del comercio ilegal de drogas en el medio ambiente. El documento, sin embargo, ofrece un relato incompleto de la conexión entre las drogas y el medio ambiente: no tiene en cuenta el papel de la prohibición de las drogas en el fomento de los daños medioambientales causados por el comercio de drogas.

Por primera vez, la ONUDD dedicó una sección de su informe emblemático a describir el “nexo entre las drogas y el medio ambiente”. El informe concluyó que los efectos medioambientales de la oferta y el consumo de drogas ilegales son bastante reducidos en general si se comparan con las enormes repercusiones mundiales de sectores legales como la agricultura

Sin embargo, el documento también subraya que la producción y el tráfico de drogas ilegales pueden tener intensos efectos ambientales a nivel local, debido a la deforestación y al uso de fertilizantes y pesticidas y al procesamiento de productos químicos pesados y residuos tóxicos, que pueden contaminar gravemente los frágiles ecosistemas donde se desarrollan estas actividades. El informe no lo señala explícitamente, pero muchos de los daños medioambientales relacionados con las drogas ilegales  tienen lugar en países del Sur global y afectan de forma desproporcionada a las poblaciones cuyos modos de vida y salud están más inmediatamente afectados por ecosistemas contaminados y degradados.

El nuevo Informe Mundial sobre las Drogas destaca la deforestación asociada al cultivo ilegal de coca y la importante contaminación del suelo y el agua debido al vertido de residuos utilizados en los procesos de fabricación de la droga. Hasta ahora, se ha investigado más  el impacto ambiental del narcotráfico en las zonas de cultivo en países como Colombia,  Perú y Bolivia que las zonas de tránsito (en países como Guatemala y Honduras, por ejemplo). Sin embargo, el informe señala que los impactos en las zonas de tránsito pueden superar la pérdida de bosques relacionada con el cultivo si se tienen en cuenta también las actividades indirectas catalizadas por el narcotráfico. Entre ellas se encuentran las inversiones de blanqueo de dinero en la agricultura o la ganadería, que destruyen bosques.

La conexión entre las drogas ilegales y la deforestación también está relacionada con el cambio climático, ya que la degradación y la destrucción de los bosques son también fuentes importantes de emisiones de gases de efecto invernadero. A nivel mundial, los bosques absorben aproximadamente un tercio del dióxido de carbono liberado por la quema de combustibles fósiles, por lo que detener la pérdida de ecosistemas forestales será crucial para ayudar a mitigar los impactos del cambio climático. Esto es especialmente importante para las comunidades que dependen directamente de los bosques para su subsistencia y que son muy vulnerables a los impactos del cambio climático, como tormentas, inundaciones y sequías.

El informe se basa en las investigaciones disponibles para ofrecer estimaciones de la huella de carbono de la producción de drogas de origen vegetal, incluido el cannabis (en interiores y exteriores), el cultivo de coca y la producción de cocaína. Citando investigaciones anteriores realizadas en Colombia, el informe señala que la huella de carbono de las hojas de coca (0,5 kilogramos de dióxido de carbono equivalente por kilogramo de coca) parece ser sólo una fracción de la huella de carbono asociada a cultivos legales como los granos de café verde (7 kilos de CO2 e) y los granos de cacao (20 kilos de CO2 e). Sin embargo, la fabricación y los residuos generados por el procesamiento de la cocaína hacen que la huella de carbono sea mucho mayor, hasta un estimado de 590 kilos de CO2 e por kilo de cocaína.

Combinando las estimaciones de la producción mundial de cocaína de la ONUDD con las investigaciones sobre el cultivo y la fabricación de cocaína en los departamentos colombianos del Catatumbo y el Putumayo, el informe indica un aumento del 75 por ciento en la huella de carbono de la producción ilegal de cocaína entre 2010 y 2020. El organismo de la ONU estima que la huella de carbono de la cocaína en 2020 será de aproximadamente 1,17 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente. En comparación, la pérdida mundial de bosques tropicales libera unos 4.800 millones de toneladas de dióxido de carbono cada año.

El informe también vincula los impactos ambientales relacionados con las drogas ilegales a intervenciones políticas específicas, como la erradicación de cultivos, el desmantelamiento de laboratorios de drogas y los proyectos de desarrollo alternativo. La erradicación de cultivos, reconoce la ONUDD, puede aumentar la deforestación al desplazar a agricultores a nuevas zonas. El informe no menciona cómo la interdicción de drogas desempeña un papel similar al fomentar nuevos cultivos y la producción de drogas para compensar las pérdidas debidas a las operaciones de interdicción a lo largo de la cadena de suministro. Por ejemplo, un nuevo estudio del Transnational Institute utiliza los datos de la ONUDD de 2020 sobre la coca y la cocaína colombianas para estimar que se “perdieron” unas 50.000 hectáreas de cultivo de coca debido a las operaciones de interdicción, lo que estimuló una nueva producción para compensarlas.

Ver los árboles, no el bosque

Dada la continua expansión de los mercados de drogas ilegales a nivel mundial, y la concentración del cultivo, la fabricación y el tráfico en algunos de los paisajes más biodiversos y ecológicamente vulnerables del mundo, el esfuerzo de la ONUDD por documentar los impactos de los mercados de drogas ilegales en el medio ambiente debe ser aplaudido.

Aunque la ONUDD aborda algunas de las dimensiones políticas del nexo entre las drogas ilegales y el medio ambiente, hay una muy importante que el informe de la ONU pasa por alto por completo: la forma en que el régimen mundial de prohibición de drogas estimula daños causados por los mercados ilegales en el medio ambiente. La realidad de la prohibición como base de la política de drogas en todo el mundo está ausente del análisis del Informe Mundial sobre las Drogas, por lo que las implicaciones de la prohibición para el medio ambiente no se encuentran en ninguna parte.

En efecto, la ONUDD mira los árboles e ignora el bosque, centrándose en las repercusiones de determinadas actividades de producción y tráfico de drogas (e incluso en algunas intervenciones políticas), pero sin analizar cómo la prohibición de las drogas genera enormes beneficios que alimentan continuamente el comercio ilegal y alimentan la destrucción medioambiental que describe el informe. Bajo la prohibición, personas campesinas eluden a las autoridades adentrándose en bosques ecológicamente frágiles, mientras que quienes trafican buscan fronteras remotas para labrar pistas de aterrizaje y blanquear beneficios en agronegocios ambientalmente destructivos.

Un síntoma revelador de la ceguera analítica de la ONUDD con respecto a la prohibición se produce al principio del informe, cuando se establecen conexiones con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El informe menciona 11 de los 17 ODS, pero deja de lado el Objetivo 16, “Paz, justicia e instituciones sólidas”, que incluye la promoción del Estado de Derecho y la igualdad en el acceso a la justicia; la reducción de los flujos financieros y de armas ilícitos y la lucha contra la delincuencia organizada; y la reducción de la corrupción y el soborno.

El progreso hacia estos objetivos de gobernanza es fundamental para abordar el cambio climático y otros retos medioambientales, que requieren un mínimo de capacidad institucional y legitimidad estatal. Pero la prohibición –con inmensos beneficios de las drogas que permiten a las organizaciones criminales intimidar, corromper y cooptar a las instituciones gubernamentales– erosiona la capacidad y la legitimidad del Estado, socavando así las perspectivas de una gestión sostenible de la tierra que será necesaria para detener la pérdida de bosques y otros daños medioambientales.

Aunque la propia ONUDD no pueda reconocer la realidad de la prohibición de las drogas y su papel fundamental en la generación de daños medioambientales, el último Informe Mundial sobre las Drogas debería servir de llamada de atención a los gobiernos y a la sociedad civil de todo el mundo: la prohibición de las drogas no sólo está socavando la salud y la seguridad humanas, sino que está alimentando la destrucción ecológica y acelerando el cambio climático.