WOLA: Advocacy for Human Rights in the Americas
25 Jan 2013 | Informe | Noticias

La seguridad fronteriza y la migración: Un informe del sur de Texas

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Desde 2011, el personal de WOLA ha llevado a cabo una investigación en seis zonas diferentes de la frontera de EE.UU. y México, reuniéndose con oficiales estadounidenses de la aplicación de la ley, grupos de los derechos humanos y humanitarios y periodistas, así como con funcionarios y representantes mexicanos de la sociedad civil y refugios para migrantes en México. Como parte de este trabajo en curso, los autores pasaron la semana del 26 al 30 de noviembre de 2012, en el sur de Texas, buscando las tendencias de seguridad y migración a lo largo de esta sección de la frontera de EE.UU. y México. Específicamente, visitamos Laredo, McAllen y Brownsville, Texas, y Matamoros, México.

Encontramos que, a diferencia de otras secciones de la frontera, las secciones del sur de Texas han visto un aumento, no una disminución, en las detenciones, en particular de migrantes no mexicanos; las muertes de migrantes han aumentado dramáticamente; y, hay menos acusaciones de abuso de la Patrulla Fronteriza por los migrantes. También encontramos que el control de la organización criminal de Los Zetas por el área puede estar decayendo y parece que el narcotráfico ha aumentado, aunque estas ciudades fronterizas estadounidenses son más seguras que lo que habían sido en décadas. Por último, a pesar de la violencia en curso en el lado mexicano de la frontera y la incapacidad del gobierno mexicano de reformar la fuerzas policiales locales y estatales, las autoridades estadounidenses están repatriando cada vez más a los mexicanos a través de esta región, a menudo haciendo que los migrantes sean una presa fácil para los grupos criminales que operan en estas ciudades fronterizas.

Laredo and Rio Grande Valley

Encontramos que, a diferencia de otras secciones de la frontera, las secciones del sur de Texas han visto un aumento, no una disminución, en las detenciones, en particular de migrantes no mexicanos; las muertes de migrantes han aumentado dramáticamente; y, hay menos acusaciones de abuso de la Patrulla Fronteriza por los migrantes. También encontramos que el control de la organización criminal de Los Zetas por el área puede estar decayendo y parece que el narcotráfico ha aumentado, aunque estas ciudades fronterizas estadounidenses son más seguras que lo que habían sido en décadas. Por último, a pesar de la violencia en curso en el lado mexicano de la frontera y la incapacidad del gobierno mexicano de reformar la fuerzas policiales locales y estatales, las autoridades estadounidenses están repatriando cada vez más a los mexicanos a través de esta región, a menudo haciendo que los migrantes sean una presa fácil para los grupos criminales que operan en estas ciudades fronterizas.

Transgresión de la tendencia migratoria: Uno de los cambios más grandes a lo largo de toda la frontera de EE.UU. y México desde a mediados de la década del 2000 ha sido la dramática reducción en el número de migrantes detenidospor las fuerzas estadounidenses de aplicación de la ley (y, por lo tanto, quizá, una caída igualmente dramática en los migrantes que cruzan la frontera). Sin embargo, el área que visitamos—especialmente la región más al sur (el sector del Valle del Río Grande de la Patrulla Fronteriza)—transgredió esta tendencia en 2012. Se apreció un aumento dramático en el flujo de migranteseste año. Aunque las cifras oficiales de 2012 aún no están disponibles, el sector del Valle del Río Grande experimentó un aumento del 60 al 70 por ciento en las detenciones de migrantes en comparación con 2011, a cerca de 100,000.

“Otros distintos a los mexicanos”: Virtualmente, todo este crecimiento en la migración, dicen los Funcionarios, consiste de “Otros distintos a los mexicanos” (Other than Mexicans, OTM)—sobre todo, ciudadanos de Honduras, Guatemala y El Salvador. Por primera ocasión en cualquier sector fronterizo de EE.UU. y México, los no mexicanos fueron la mayoría del total anual de migrantes detenidosde este año en el Valle del Río Grande. La crisis de seguridad de los países del “Triángulo Norte” de América Central, junto con la pobreza actual y la falta de oportunidades de empleo, fueron las razones más frecuentemente citadas por las autoridades y expertos con quienes hablamos. Es importante mencionar que los centroamericanos están viajando cada vez más a través de este vector en lugar de tratar de cruzar en otra parte; aunque es la distancia más corta desde América Central, el estado mexicano de Tamaulipas es notorio por la frecuencia y brutalidad de la violencia que los grupos criminales cometen contra los migrantes, incluyendo la masacre en agosto de 2010 de 72 migrantes, la mayoría centroamericanos, en San Fernando, Tamaulipas, a sólo 100 millas de la frontera estadounidense.

Las muertes de migrantes han aumentado dramáticamente en el sur de Texas: A pesar del peligro en el lado mexicano, la frontera de Tamaulipas y Texas aún parece ser atractiva para los migrantes. Actualmente, el sector del Valle del Río Grande tiene una valla de 52 millas a lo largo de las 317 millas de frontera en la ribera y el cruce es cada vez más mortal. Algunos migrantes se ahogan en su intento por cruzar el río calmo. Un número incluso mayor mueren por deshidratación y la exposición a las malezas secas al norte de las ciudades de la frontera. Una vez que pasan la frontera, los migrantes buscan continuar hacia el norte—hacia Houston, Dallas y más allá—donde las oportunidades de trabajo son mayores. Aunque el hacerlo requiere dejar el camino y caminar muchas millas de terreno árido y sin sombra para evitar a la Patrulla Fronteriza y los puntos de control del Departamento de Seguridad Pública de Texas (Department of Public Safety, DPS). Muchos migrantes empiezan esta larga caminata ya deshidratados después de días de negligencia en la “casa de seguridad” del coyote. Los cuerpos de casi 127 migrantesfueron recuperados en 2012 en el condado de Brooks (una hora al norte de la frontera), casi el doble del número de 2011 y similar a las 150-200 muertes anuales registradas normalmente en Arizona, donde la tragedia obtiene mayor atención.

El control de Los Zetas es fuerte, pero quizá disminuyendo: En el lado estadounidense, cuando le preguntamos a los residentes cuándo había cruzado por última vez a sus ciudades hermanas en México, la respuesta fue invariablemente “años”. Muy pocos visitantes van a Nuevo Laredo, Reynosa o Matamoros. De hecho, un gran número de residentes ricos y de clase media a alta de esas ciudades se han trasladado a través de la frontera a ciudades estadounidenses, llevando sus negocios (incluyendo tiendas y restaurantes prominentes) con ellos. Nuevo Laredo había visto un aumento en la violencia relacionada con las drogas en 2005, cuando Los Zetas, quienes entonces estaban actuando como el brazo encargado de hacer cumplir las reglas del Cártel del Golfo, luchó con el Cártel de Sinaloa por el control del área. La división de Los Zetas con sus ex jefes en el Cártel del Golfo causó que la violencia aumentara de nuevo, alcanzando niveles horríficos en Nuevo Laredo y otras ciudades fronterizas en 2010. El derramamiento de sangre continuó siendo frecuente después de eso, mientras que Los Zetas fueron más allá de las drogas, incluyendo el control de las redes de extorsión, contrabando de migrantes (se nos informó que los coyotes deben pagar a quien controle el área fronteriza un importe de casi $500 dólares por cada migrante), secuestro y otras actividades altamente predadoras. La población de estas ciudades ha sido golpeada muy duramente; olas de violencia, incluyendo tiroteos a plena luz del día en el centro de la ciudad, han cobrado la vida de muchos inocentes después de las tomas por los líderes principales de Los Zetas o por disputas internas.

Esta fue la primera región fronteriza donde se nos advirtió de antemano que no era aconsejable cruzar la frontera. Esto fue por nuestra propia seguridad pero también para la de los líderes no gubernamentales, como el personal de los albergues para migrantes, con quienes nos veríamos. Sin embargo, los directores de los albergues para migrantes en las tres ciudades dijeron que las cosas se habían enfriado un poco en los últimos meses y, por lo tanto, era seguro realizar visitas cortas, como la que hicimos a Matamoros. El asesinado en octubre del jefe de Los Zetas, Heriberto Lazcano, y del supuesto ascenso de Miguel Treviño (“Z-40”) no han aumentado la violencia en Reynosa y Matamoros, aparentemente, aunque los niveles totales continúan siendo muy altos. Escuchamos que la violencia es peor últimamente en Nuevo Laredo y al oeste en el estado de Coahuila.

Las autoridades de las fuerzas de aplicación de la ley estadounidenses coincidieron en su estimación de que el control de Los Zetas de esta región estaba decayendo un poco, tanto por las propias divisiones del grupo como por las posibles incursiones de un mucho más grande Cártel de Sinaloa. Vieron un aument
o en las incautaciones de droga como evidencia de un control perdido, un indicativo de que diferentes grupos estaban buscando pasar drogas a EE.UU. a través de rutas que habían sido previamente cerradas. Esto es un poco de noticia ominosa; si se ha abierto un vacío en el control del crimen organizado, la violencia puede reavivarse de nuevo en el noreste de México. Estos vacíos son rara vez llenados de forma pacífica.

A pesar de la crisis de seguridad de la región, el gobierno estadounidense continúa deportando a los migrantes detenidos a estas ciudades fronterizas mexicanas en grandes números. Las autoridades migratorias mexicanashan contabilizado a más de 58,000 deportados llegando a sólo Matamoros en el 2012. En esta ciudad, los agentes del Grupo Beta—la unidad de búsqueda y rescate del Instituto Nacional de Migración de México—nos dijeron que más que rescatar migrantes en sufrimiento, su tarea principal es ahora proteger a los migrantes repatriados. Además de los mexicanos detenidos en el interior de EE.UU. y deportados por Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (Immigrations and Customs Enforcement, ICE), el relativamente nuevo Programa de Salida y Transferencia de Extranjeros del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE.UU. (Alien Transfer and Exit Program, ATEP), deporta a algunos migrantes detenidos “lateralmente” al enviarlos a ciudades mexicanas fronterizas cientos de millas de donde fueron capturados para romper el vínculo entre el migrante y su coyote. La mayoría de los migrantes detenidos en el sur de Texas que son deportados a través de ATEP son enviados en un vuelo casi diario a 1,000 millas al oeste a Calexico, California, desde donde son enviados a una ciudad de relativamente baja criminalidad de Mexicali, Baja California. Sin embargo, un número más pequeño pero muy problemático de migrantes ATEP son aún detenidos en cualquier otra parte y deportados a Matamoros. Cuando llegan a esta ciudad desconocido, estos deportados se enfrentan a una alta probabilidad de ser presa—o incluso de ser reclutados—por los criminales que controlan la actividad ilegal. El que las autoridades estadounidenses trasladen a los migrantes de cualquier parte a lo largo de la frontera y los deporten a un Matamoros de alto riesgo es inexplicable.

De hecho, una revisión de los datos de las autoridades mexicanas de seguridad y migración revela una tendencia problemática: conforme las zonas fronterizas se vuelven menos seguras, reciben más deportados. En cada estado mexicano fronterizo que se vio un aumento de homicidios desde 2009, las deportaciones desde EE.UU. también aumentaron. En los estados mexicanos donde los homicidios disminuyeron, las deportaciones también lo hicieron.

Homicides and deportations

 

Estos datos no indican algo tan perverso como las autoridades migratorias estadounidenses ubicando deliberadamente a los deportados en el camino del mal. Y entendemos que existen muchos factores que influyen en el número de deportaciones por sector, como el número de deportaciones de ICE, ATEP y detenciones de migrantes por la Patrulla Fronteriza en cada sector. Sin embargo, los números indican que las autoridades migratorias estadounidenses no están tomando en cuenta los riesgos de seguridad cuando deportan a las personas o, si lo hacen, ni siquiera se mantienen al tanto sobre el cambio de los patrones de violencia de México.

Migrant shelter

Las fuerzas de seguridad a nivel estatal y local de México continúan sin reformas profundas: No mucho tiempo después de que el gobierno del ex presidente mexicano Felipe Calderón desplegara al ejército a este territorio para controlar a los cárteles, las fuerzas de la policía municipal de Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros fueron disueltas. Estas policías fueron vistas como controladas incorregiblemente por el crimen organizado y escuchamos en todo nivel de quejas similares de la policía estatal de Tamaulipas que continúa patrullando a estas ciudades. La desconfianza de esa policía es muy alta. Mientras tanto, la Policía Federal de México no tiene aún una fuerte presencia en esta zona. De todas las fuerzas de seguridad, las fuerzas armadas de México (el Ejército y la Marina) son las menos desconfiadas. A pesar de las tendencias políticas, los mexicanos en esta zona respaldan la presencia militar en sus ciudades fronterizas debido a la total falta de otras opciones. Aunque de cierto no respaldan al ejército incondicionalmente, los ven como una mayor probabilidad de protección. Es el ejército que se enfrenta a los grupos criminales en estas ciudades, con tiroteos y bloqueos (bloqueos, en los cuales los criminales secuestran un vehículo grande y lo estacionan a través de un camino transitado para impedir la persecución militar) son una ocurrencia frecuente. En Matamoros, tuvimos que manejar alrededor de un autobús que había sido estacionado a través de una intersección horas antes. Cuando le preguntamos a los oficiales de las fuerzas de aplicación de la ley de EE.UU. con qué fuerzas mexicanas de seguridad interactuaron con más frecuencia, uniformemente citaron al ejército o a la Procuraduría General de la República (PGR).

El narcotráfico ha aumentado generalmente: Laredo, donde el interestatal 35 inicia su ruta a Dallas hasta Minneapolis, es el puerto terrestre más ocupado de EE.UU., con cerca de 7,000 camiones por día que cruzan desde y de México. Este vasto tráfico comercial también significa un mayor tráfico de drogas, una gran razón por lo que la plaza de Nuevo Laredo es tan intensamente peleada. Continuando con una tendencia que se remonta al menos al 2005, las fuerzas de aplicación de la ley de EE.UU. continúan aumentando la cantidad de drogas que incauta en los sectores de Laredo y Valle del Río Grande, aunque existe cierta variación por el tipo de droga. Los aumentos significan que los agentes están desempeñándose mejor al detener las drogas, pero también nos dice que la gran escalada de medidas de seguridad fronteriza de EE.UU. no está deteniendo a los traficantes. Las confiscaciones de heroína, se nos dijo, subieron dramáticamente en el sector Laredo. Las autoridades también han comenzado a encontrar grandes cantidades de algo nuevo: metanfetamina líquida. En el sector del Valle del Río Grande, las incautaciones de marihuana están han aumentado de las aproximadas 400,000 libras en 2008 a más de 1 millón de libras en 2011. Las drogas como la heroína, metanfetamina, cocaína y sintéticos, para las cuales aún las cantidades pequeñas obtienen ganancias por los cielos, son traficadas principalmente a través de los cruces fronterizos oficiales. La marihuana, la cual es mucho más voluminosa, es contrabandeada frecuentemente a través del Río Grande en áreas rurales.

No hay un “derrame” de violencia: Más drogas no han significado más violencia en el lado estadounidense de la frontera. El consenso general entre todos los que entrevistamos—jefes de la policía, oficiales federales de aplicación de la ley, periodistas, activistas y el personal de apoyo del Bureo de la Convención de Laredo y Visitantes (creadores de la campaña www.laredoissafe.com)—todos estuvieron de acuerdo en que las ciudades en el lado estadounidense son más seguras que lo que han sido en décadas. Las estadísticas de delitos lo confirman: las tasas de asesinato y otros delitos violentos son más bajas en Laredo, McAllen y Brownsville que en las principales ciudades de Texas. Los visitantes expresaron su malestar con los políticos en Austin y Washington, incluyendo a los miembros del Congreso de los distritos no fronterizos, quienes describen sus ciudades como una “zona de guerra” para, desde su punto de vista, perseguir sus agendas anti-inmigración. Afirman que sus palabras desalientan al turismo y perjudican a las empresas.

Han habido pocos incidentes de lo que podría llamarse “violencia fronteriza” o un “derrame de violencia”: un puñado de asesinatos que podrían ser golpes de pandillas y algunas “casas de seguridad” que esconden a migrantes dirigidos al norte, quienes en algunos casos no pueden irse hasta que sus familiares envíen los pagos de extorsión. La preocupación principal del crimen en estas ciudades fronterizas de EE.UU. es el aumento en los secuestros e invasiones de casas. Sin embargo parecen ser el trabajo de perpetradores estadounidenses y no mexicanos. En áreas rurales, los rancheros dicen que se sienten amenazados por los narcotraficantes o contrabandistas de migrantes que cruzan sus tierras, pero los incidentes han sido muy raros; una preocupación más inmediata es el aumento en el número de cuerpos de migrantes, muertos por deshidratación y exposición, que aparecen en los campos.

Las alegaciones de abuso son menos frecuentes aquí que en Arizona y California: Las relaciones entre la Patrulla Fronteriza y la comunidad local—incluyendo a los defensores de los derechos y a los grupos humanitarios—fueron mucho menos de confrontación en estos sectores que lo que habíamos visto en Arizona y California. Las alegaciones de migrantes abusados durante su detención (asaltados, negados comida y agua, mantenidos en posiciones de estrés, con sus pertenencias robadas) fueron mucho menos frecuentes, aunque los defensores dijeron que continúan siendo una preocupación. En el sector del Valle del Río Grande, la Patrulla Fronteriza incluso deja agua en los puntos de rescate en los corredores rurales de migrantes en un esfuerzo por reducir las muertes por deshidratación, una práctica que la Patrulla Fronteriza de Tucson, Arizona, desalienta, a pesar del hecho de que medidas simples como ésta podrían salvar vidas. La mayoría de las quejas de abuso o uso inapropiado de la fuerzas no fueron lanzados a la Patrulla Fronteriza sino al DPS de Texas, el cual realiza sus propias operaciones fronterizas y, a finales de octubre, dispararon contra un camión cargado de migrantes desde un helicóptero cerca de McAllen, matando a dos ciudadanos guatemaltecos. Algunos entrevistados expresaron una gran consternación por el incidente de septiembre, en el cual un agente de la Patrulla Fronteriza en un bota respondió supuestamente a unos lanzadores de piedras y disparó a una familia haciendo picnic en el lado mexicano del Río Grande, matando al padre de la familia. En la historia reciente, dijeron, no se habían enfrentado a tales asuntos del uso de la fuerza con la Patrulla Fronteriza en su sector.

Por mayor información: Más Allá de la Escalada de Seguridad: La Seguridad y los Migrantes a lo Largo de la Frontera entre EE.UU. y México

Traducido por Marcela Andere.