Desde que comenzó la «Guerra Global contra el Terrorismo», el Departamento de Defensa ha estado dirigiendo más y más la asistencia a los ejércitos y a las fuerzas policiales del mundo. En Latinoamérica, la asistencia militar estadounidense ha disminuido en los últimos años, pero sigue siendo una fuerza detrás de la política de los Estados Unidos en la región. Una nueva guía e informe de WOLA explican cómo esto sucedió y a que se parece. Esto es lo que significa para Latinoamérica.
La relación entre las fuerzas militares de Estados Unidos y Latinoamérica es particular. A diferencia de otras partes del mundo, la región no tiene conflictos militares activos ni es un semillero del tipo de extremismo en el Medio Oriente y África al cual los Estados Unidos ha arrojado miles de millones de dólares en intentos de derrotar. Aún así, es una región que es geográficamente cercana e históricamente entrelazada con los Estados Unidos, y que hoy está plagada de violencia y crimen. La seguridad de Latinoamérica está íntimamente ligada a la seguridad de los Estados Unidos, y funcionarios de defensa de Estados Unidos ven amenazas emanando de la región, desde injerencia rusa hasta el crimen organizado transnacional.
En un nuevo informe, WOLA encontró que 75 de 107 programas mundiales de asistencia en seguridad de los Estados Unidos pueden operar en Latinoamérica. A través de estos programas, Estados Unidos capacita, equipa, comparte inteligencia y realiza operaciones con las fuerzas de seguridad de la región. El informe va acompañado de una base de datos que detalla lo que cada programa es, quien lo maneja, cuánto dinero se puede gastar en él, y cuando fue incorporado en la ley.
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Latinoamérica ha sido un caldo de cultivo para muchos de los programas de asistencia de seguridad de EE.UU. que actualmente están activos en todo el mundo, en particular los programas de lucha contra las drogas. El financiamiento del Departamento de Defensa a la región ha disminuido desde su máximo nivel en el 2007 y es sustancialmente menor que en el Medio Oriente y África: por el momento, no hay ninguna gran iniciativa militar como el Plan Colombia o la Iniciativa Mérida en México, los cuales impulsaron grandemente la cantidad total de ayuda entre 2000 y 2012. Aun así, la asistencia policial y militar es fundamental en cómo los Estados Unidos llevan a cabo su política exterior allí.
Los Estados Unidos trabaja actualmente con fuerzas de seguridad en todos los países en Latinoamérica excepto Cuba, Venezuela y Bolivia. Este dinero va hacia todo, desde el suministro de armas y la capacitación de nuevas habilidades militares, a la construcción de bases y la realización de ejercicios de entrenamiento conjuntos y conferencias, a trabajar con ellos en las operaciones de inteligencia, las intercepción de drogas, y cada vez más, la seguridad fronteriza.
Desde el año 2000, Estados Unidos ha dirigido aproximadamente 268.000 mil millones de dólares hacia asistencia de seguridad en todo el mundo. De ese total, Latinoamérica ha recibido alrededor del 8 por ciento, o un poco más de US$20,5 mil millones. De eso, más de $17 mil millones vienen a través de programas establecidos para la “guerra contra las drogas”.
Los principales receptores en los últimos 17 años, en gran medida, han sido Colombia ($9.5 mil millones) y México ($2.9 mil millones), que recibieron grandes paquetes antidrogas en los años 2000. A partir del 2016, el Triángulo Norte de Centroamérica (El Salvador, Guatemala y Honduras) superó colectivamente a ambos países, a medida que aumentaron los niveles de financiamiento para responder a altos niveles de delincuencia, violencia y tráfico de drogas.
WOLA comenzó a seguir los programas del Departamento de Defensa en Latinoamérica en los 1990s, cuando la guerra contra las drogas reemplazó a la guerra fría como el marco de la amenaza. Esto marcó la primera vez que el Departamento de Defensa tomó el timón de un gran programa de ayuda exterior sin una explícita gestión del Departamento de Estado.
Estados Unidos tiene un pasado accidentado con respecto a los derechos humanos y la eficacia de los programas en Latinoamérica, lo que justifica la continuación de supervisión ciudadana. Algunos ejemplos incluyen:
Esto no quiere decir que los Estados Unidos sea el único culpable de los problemas de la región, pero es fácil argumentar que una serie de políticas diferentes, utilizando el mismo nivel de recursos, podría haber ayudado a la región a desarrollar instituciones más sólidas y a convertir a los Estados Unidos en un lugar más seguro. Para mejorar la seguridad y la eficacia, la transparencia y la supervisión son fundamentales.
Por ejemplo, el principal objetivo militar de los Estados Unidos en México y Colombia durante más de 20 años ha sido cortar el tráfico de drogas hacia Estados Unidos. Sin embargo, con la posible excepción del cannabis, ninguna droga producida en la región—cocaína, heroína, metanfetamina—experimentó una disminución sostenida en producción durante esos años. Esto pone en duda si la inversión masiva de Estados Unidos en los esfuerzos de erradicación, interdicción y encarcelamiento de parte de las fuerzas de seguridad latinoamericanas—que ha superado considerablemente a las inversiones en el fortalecimiento de los estados y la lucha contra la impunidad—es el mejor camino para abordar el narcotráfico.
En toda la región, los ejércitos siguen ejerciendo gran influencia sobre la política. Sin embargo, desde el Caribe a Centroamérica hasta México, los miembros de la policía y las fuerzas armadas siguen estando implicados en ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, corrupción política y otros abusos que amenazan la seguridad de quienes están encargados de proteger. Es crucial asegurarse de que Estados Unidos no esté aprobando tácitamente estas acciones al invertir en los perpetradores o enviándoles más armas.
La administración Trump quiere aumentar el presupuesto del Departamento de Defensa y reducir el presupuesto del Departamento de Estado. Los recortes del Departamento de Estado incluirían reducciones en la ayuda exterior para Latinoamérica. Todavía no sabemos si el aumento en el Departamento de Defensa significará más dinero para los esfuerzos del Pentágono allí, probablemente en los ámbitos de la seguridad fronteriza y contra el narcotráfico, o si se significará una caída general en la asistencia de los Estados Unidos a la región.
En cualquier caso, permaneceremos vigilantes y seguiremos observando. Esperamos que esta herramienta les ayude a hacer lo mismo.