WOLA: Advocacy for Human Rights in the Americas
28 Jun 2022 | Análisis

La tragedia de Texas era evitable, al igual que otras cientos de muertes de migrantes en EEUU este año

La muerte masiva ha vuelto a golpear la frontera entre Estados Unidos y México. Y una vez más, no tenía por qué ocurrir. A medida que la zona fronteriza entra en las semanas más calurosas del verano, el gobierno de Estados Unidos debe comenzar, ahora mismo, un reexamen fundamental de las políticas -las decisiones tomadas, y las no tomadas- que están conduciendo a la muerte evitable de cientos de personas.

Eso debe empezar por:

  • Medidas concretas para desmantelar la política de “prevención a través de la disuasión”, que lleva casi 30 años canalizando deliberadamente a los migrantes a través de rutas transfronterizas letales. Los datos sobre migración muestran que esta política no ha logrado disuadir a los migrantes. Los datos sobre muertes muestran que ha puesto en peligro a muchos.
  • El fin inmediato de la política de expulsiones del Título 42 en la frontera, mantenida por orden judicial, que ha bloqueado el derecho legal de los migrantes a solicitar asilo, haciendo que los más desesperados—entre ellos miembros de familias con niños—opten por rutas peligrosas. Para salvar vidas también es necesario acabar con el “Quédate en México”, la práctica de “metering,” y otras maneras de frustrar el asilo.

 

Es difícil comprender el horror que contempló el trabajador municipal de San Antonio, Texas, al escuchar un grito de auxilio procedente de un camión con remolque aparcado en una carretera de las afueras de la ciudad, en la tarde del 27 de junio. Es aún más difícil comprender el sufrimiento de las 62 personas migrantes que se encontraban en el interior, incluidos padres y niños, encerrados sin ventilación ni agua. 

Sólo 16 seguían con vida. El resto había sucumbido, dolorosamente, al estrés térmico y la deshidratación. Al mediodía del 28 de junio, el número de víctimas mortales ascendía a 50.

Esta no es la primera muerte masiva de migrantes dentro de un contenedor de carga cerca de la frontera con Estados Unidos. Peor aún, la tragedia del 27 de junio sólo aumenta modestamente la cifra de muertes de migrantes en suelo estadounidense de 2022, que ya parecía estar en camino de romper todos los récords anteriores. Las personas migrantes siguen muriendo en la frontera entre Estados Unidos y México, generalmente por ahogamiento, deshidratación, exposición o caídas del muro fronterizo, con una frecuencia que parece no tener precedentes.

Las cifras hasta ahora

Aunque la Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos (CBP por sus siglas en inglés) no ha informado de los datos oficiales de muertes en la frontera desde 2020 (a pesar de la obligación legal que tienen de hacerlo), las informaciones parciales apuntan a que este ha sido el peor año.

Según nuestro mejor recuento, más de 25 personas nicaragüenses que huían del régimen represivo de Ortega se ahogaron en el Río Grande sólo desde el 4 de marzo. La Secretaría de Gobernación de México informó el 12 de junio de que su organismo de migración , el Instituto Nacional de Migración (INM) recuperó 33 cuerpos del Río Grande entre enero y mayo, de un total de 37 restos de migrantes recuperados en todo el país durante esos meses. De los 37, cinco eran mujeres.

La Patrulla Fronteriza divide la frontera entre Estados Unidos y México en nueve sectores. Aunque la CBP no informa de las muertes de forma exhaustiva, esto es algo de lo que hemos visto, de oeste a este:

En el sector de San Diego de la Patrulla Fronteriza, las caídas desde los nuevos segmentos especialmente altos del muro fronterizo siguen causando un mayor número de muertes. Como se documenta en informes recientes del Journal of the American Medical Association y del Washington Post, el número de personas muertas o gravemente heridas tras intentar escalar el muro fronterizo se ha multiplicado desde que la administración Trump instaló vallas de 30 pies (más de nueve metros) de altura.

“Desde 2019, cuando la altura de la barrera se elevó a 30 pies (más de nueve metros) a lo largo de gran parte de la frontera en California, el número de pacientes que llegan a la sala de trauma del Centro Médico de la Universidad de California en San Diego después de caer de la estructura se ha quintuplicado, hasta 375”, informó el Washington Post. “En el Hospital Scripps Mercy, el otro gran centro de traumatología de la zona de San Diego, las víctimas de caídas del muro fronterizo representaron el 16 por ciento de los 230 pacientes atendidos el mes pasado, una proporción mayor que los casos de disparos y apuñalamientos, según Vishal Bansal, director de traumatología”.

Las personas migrantes también se ahogan en el sector de San Diego, cuando intentan rodear a nado la valla fronteriza que se prolonga unos 100 metros hasta el océano Pacífico.

Al este, en el sector de Yuma de la Patrulla Fronteriza, en el oeste de Arizona y el este de California, cerca del río Colorado, el jefe del sector, Chris Clem, informó de “seis muertes de migrantes” durante la semana del 12 al 18 de junio.

En el sector de Tucson, que comprende la mayor parte de la frontera de Arizona con México, la Patrulla Fronteriza informa que ha encontrado los restos de 48 personas desde octubre, según el Tucson Sentinel. Sin embargo, las cifras de víctimas mortales de la agencia son sistemáticamente inferiores a las recopiladas por los funcionarios locales y los grupos humanitarios: el forense del condado de Pima ha recibido los restos de 110 personas encontradas en el desierto de Sonora desde octubre (el condado de Pima incluye Tucson). Junto con el grupo humanitario Humane Borders, el forense recuperó 225 restos de personas que se cree que cruzaron la frontera durante el 2021; parte de ese número puede haber muerto en años anteriores.

Al este de Tucson, en el sector de El Paso de la Patrulla Fronteriza, que cubre 264 millas de frontera en el extremo oeste de Texas y todo Nuevo México, la agencia informa que ha recuperado los restos de 37 migrantes que murieron por lesiones, ahogamiento, deshidratación, exposición al calor o choques con vehículos desde octubre, según un artículo de El Paso Times. La Patrulla Fronteriza había recuperado 39 restos en todo el año fiscal 2021, y al año fiscal 2022 todavía le quedan tres meses muy calurosos.

Quince de las treinta y siete personas migrantes que han muerto en el sector en 2022 se ahogaron en los canales de riego de corriente rápida que salen del Río Grande. Al menos diez personas se ahogaron en las dos semanas posteriores al 9 de junio. Fernando García, de la Red Fronteriza por los Derechos Humanos, con sede en El Paso, dijo: “Nunca habíamos visto tantas muertes en un corto período de tiempo. La estructura de ese canal hace que quien cae allí no salga vivo”.

Cinco de las treinta y siete muertes del sector en 2022 han estado relacionadas con el calor: aunque el desierto de Chihuahua de la zona de El Paso no es tan intensamente caluroso como el desierto de Sonora de los sectores de Tucson y Yuma, sigue siendo mortal, y el cambio climático está haciendo que lo sea más.

Sólo en el sector de El Paso, la CBP informa de que 229 migrantes han sufrido lesiones desde octubre por caídas desde el muro fronterizo. Las lesiones van “desde lesiones en los tobillos hasta lesiones cerebrales”, según la CNN. Algunas caídas han sido mortales, como la de un hombre que se cayó de un segmento del muro fronterizo del sector de El Paso cerca del puerto de entrada de Santa Teresa, Nuevo México, en las horas previas al amanecer del 17 de junio. Murió al día siguiente tras sufrir “una hemorragia cerebral, fractura de cráneo, fractura de esternón y costillas rotas”.

En el sector Big Bend de la Patrulla Fronteriza, en el remoto oeste de Texas -la parte de la frontera que ve menos migrantes- la agencia ha recuperado 24 restos durante los primeros 8 meses del año fiscal 2022, empatando ya la cifra de todo el año fiscal 2021.

En el sector de Del Río, en el centro de Texas, el jefe del sector de la Patrulla Fronteriza informó de 10 muertes durante el fin de semana del Día de los Caídos de mayo. El jefe de sector Jason Owens tuiteó que sus agentes habían encontrado “6 personas fallecidas” durante el fin de semana del 7 y 8 de mayo.

Algunos, probablemente la mayoría, de muertes en Del Río parecen haber sido de personas que se ahogaron en el Río Grande. El 2 de mayo, un nicaragüense se ahogó en el caudaloso río entre Piedras Negras, Coahuila, y Eagle Pass, Texas. Los guardias nacionales de Texas dijeron al reportero de Fox News Bryan Llenas, cuyo equipo de filmación captó el ahogamiento a plena luz del día, que tienen prohibido intentar rescates después de que el guardia Bishop Evans, de 22 años, muriera al intentar rescatar a un migrante en Eagle Pass el 25 de abril.

En el sector del Valle del Río Grande del sur de Texas, el sector fronterizo más oriental, decenas de migrantes mueren cada año a unas 80 millas al norte de la frontera. En el condado de Brooks, Texas, las personas migrantes se pierden mientras caminan para evadir un puesto de control de la Patrulla Fronteriza. (Ver el documental 2021 Missing in Brooks County.) Eddie Canales, del Centro de Derechos Humanos del Sur de Texas, dijo a USA Today que ya se han encontrado 36 restos humanos en el condado en 2022. El sombrío recuento de todo el año 2021 fue de 119.

Todo esto fue antes de la muerte de 50 personas en San Antonio el 27 de junio.

Probablemente un año récord

La Patrulla Fronteriza ha contado más de 8.600 restos de migrantes en suelo estadounidense, en su mayoría por deshidratación, exposición y ahogamiento, desde 1998. La agencia aún no ha compartido los informes públicos de las muertes de migrantes en el año fiscal 2021, aunque CNN informó en octubre pasado que la agencia había contado un récord de 557 restos ese año, más del doble de los 247 encontrados en 2020.

La Patrulla Fronteriza, por su parte, está acusada de no reportar las muertes de migrantes en toda la frontera. En los últimos 10 años aproximadamente, la Patrulla Fronteriza ha informado de menos muertes que los grupos humanitarios locales o los médicos forenses en sus regiones de responsabilidad, dejando fuera de su recuento los restos de migrantes encontrados por otras entidades. Este es el tema de un informe del 20 de abril de la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno de Estados Unidos (GAO por sus siglas en inglés), que encontró que la Patrulla Fronteriza ha estado subestimando el número real de muertes de migrantes. Por ejemplo, la GAO descubrió que la Patrulla Fronteriza en Arizona informa habitualmente de que ha encontrado aproximadamente la mitad de los restos que la Iniciativa OpenGIS de Arizona para los Migrantes Fallecidos.

¿Por qué ocurre esto?

A las pocas horas de las noticias de San Antonio, el gobernador de Texas, Greg Abbott (R), emitió un tuit en el que culpaba a la administración Biden y a sus ” políticas mortales de fronteras abiertas”. Aunque no muestra respeto ni expresa su dolor por las personas que murieron, el argumento del gobernador es erróneo en cuanto a los hechos. En todo caso, la administración Biden comparte la culpa por continuar con dos políticas restrictivas que Greg Abbott apoya ardientemente: “La prevención a través de la disuasión” y las expulsiones por pandemia del Título 42.

A principios de la década de 1990, cuando se levantaron los primeros segmentos del muro fronterizo y se quintuplicaron los efectivos de la Patrulla Fronteriza, los responsables políticos estadounidenses asumieron que alejar a personas migrantes indocumentadas de las zonas densamente pobladas y dirigirlas hacia desiertos y ríos traicioneros disuadiría y reduciría la migración. La Patrulla Fronteriza lo llamó “Prevención mediante la disuasión”.

Como muestran las estadísticas migratorias actuales, esta política no redujo la migración. Pero hizo que el número de muertes de migrantes se disparara, primero en los desiertos al este de San Diego, en California, y en Arizona, y luego en Texas.

Los responsables políticos estadounidenses saben muy bien que las condiciones son mortales. “El terreno a lo largo de la frontera suroeste es extremo, el calor del verano es severo, y las millas de desierto que las personas migrantes deben caminar después de cruzar la frontera son implacables”, declaró el Comisionado de CBP Chris Magnus en su actualización de migración de junio de 2022. Pero la única respuesta de la agencia ha sido un modesto aumento del personal de búsqueda y rescate, y de las balizas de salvamento colocadas en algunos sectores, a instancias del Congreso, que no han sido suficientes para seguir el ritmo de las muertes. No fue hasta mediados de junio de 2022 cuando la Patrulla Fronteriza comenzó a distribuir “kits de estrés térmico/bolsas” a los agentes asignados a los sectores del desierto, y entonces sólo de forma piloto, en dos estaciones de Arizona.

La situación se ha agravado aún más por la política fronteriza pandémica del “Título 42”, puesta en marcha por la administración Trump en marzo de 2020, que cierra los pasos fronterizos oficiales a las personas que desean solicitar asilo, expulsa a los solicitantes de asilo aprehendidos sin darles la oportunidad de pedir protección, e incentiva la repetición de los intentos de cruce de fronteras devolviendo rápidamente a quienes son capturados. Los migrantes ya han sido expulsados más de 2 millones de veces. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de la administración Biden habían intentado poner fin al Título 42 para el 23 de mayo de 2022, pero un juez federal de Luisiana, en respuesta a una demanda de los fiscales generales estatales republicanos, ordenó que siguiera en vigor.

Al otro lado de El Paso, según Border Report, “los funcionarios estiman que al menos 15.000 migrantes están en [Ciudad] Juárez esperando el fin del Título 42 para poder solicitar asilo en EE.UU.” El juez del condado de El Paso, Ricardo Samaniego, dijo: “Si el Título 42 no estuviera en vigor, podrían formarse, podrían cruzar y el proceso fluiría. Cuando el proceso no fluye, hay una enorme sensación de desesperación”. 

Como resultado, dijo García, de la Red Fronteriza para los Derechos Humanos, “siguen cruzando, y están muriendo en números extraordinarios”. Las tragedias recuerdan el ahogamiento, hace tres años esta semana, del solicitante de asilo salvadoreño bloqueado Óscar Alberto Martínez Ramírez y su hija Valeria. La foto de sus cuerpos en la orilla del Río Grande en Matamoros, México, conmovió al mundo.

El probable aumento récord de víctimas mortales a lo largo de la frontera de este año es, en parte, consecuencia de una mayor población global de migrantes. Pero no sería ni de lejos tan grave sin la “Prevención a través de la disuasión” y el Título 42.

Qué hacer

Muchas de las personas atrapadas en ese camión en San Antonio podrían haberse acercado a un puerto de entrada terrestre (paso fronterizo oficial) y haber solicitado asilo a funcionarios del CBP de allí, como es su derecho legal. Pero eso es imposible, ya que el Título 42 ha dejado los puertos de entrada cerrados a las personas solicitantes de asilo.

Algunas de las personas que iban en ese camión pueden haber venido por razones económicas. Guatemala, el país de nacionalidad de muchas de las víctimas, se enfrenta este año a la posibilidad de una auténtica hambruna. Muchos de los que murieron en ese contenedor de transporte podrían haber buscado trabajo temporal en un Estados Unidos cuyo mercado laboral está más apretado ahora mismo que en cualquier momento de su historia reciente. Pero el gobierno estadounidense ha estado poniendo a disposición de los ciudadanos y las ciudadanas de El Salvador, Guatemala y Honduras menos de 10.000 visados de trabajo temporales cada año. (Es posible que el mes que viene se anuncie un aumento a 150.000).

La prevención a través de la disuasión y el Título 42 deben terminar ahora, junto con la “permanencia en México”, la “medición” o cualquier otra política que busque frustrar el derecho legal a solicitar asilo. La capacidad de procesamiento y las alternativas a la detención para los solicitantes de asilo deben crecer para estar a la altura de lo que se requiere en un momento de migración histórica a países de todo el hemisferio. Debe haber un proceso de ampliación de las vías legales, como los visados de trabajo, para que las personas que necesitan sobrevivir puedan ser encuadradas en un mercado laboral muy ajustado.

Así es una política que evita la muerte y honra la santidad de la vida. No deberíamos tolerar una muerte tan masiva, evitable y dolorosa en suelo estadounidense. Que la tragedia de San Antonio haga sonar las alarmas.