Las elecciones presidenciales de 2024 y las elecciones regionales, locales y legislativas de 2025, presentan una oportunidad crucial para la reinstitucionalización de la democracia y del Estado de Derecho en Venezuela, así como para la normalización de sus relaciones con la comunidad internacional. La crisis actual alcanzó dimensiones críticas frente a la carencia de legitimidad ante la mirada de actores tanto nacionales como internacionales de las elecciones de 2018. Las próximas elecciones ofrecen una oportunidad para un cambio significativo de dirección. La comunidad internacional debe exigir a Venezuela que asegure la implementación de estándares electorales mínimos que permitan garantizar el derecho a la participación política y elecciones libres y justas.
Las organizaciones de sociedad civil firmantes nos encontramos sumamente preocupadas por los recientes acontecimientos que representan una amenaza a la legitimidad de los próximos procesos electorales.
Durante décadas el CNE ha estado profundamente influenciado por autoridades progobierno, pero se había convertido en una institución ligeramente más balanceada en 2021, con el nombramiento de dos miembros de la oposición. Esto permitió llegar a un acuerdo que hizo posible la entrada al país de la misión de observación electoral de la Unión Europea (UE) ese año. El CNE es responsable por la regulación, dirección y supervisión de la totalidad del proceso electoral, así como por garantizar el cumplimiento de los principios constitucionales atribuidos a la rama del poder electoral.
Estos hechos recientes ya tienen consecuencias tangibles. Debido a las preocupaciones sobre la imparcialidad y designación oportuna de los miembros de un nuevo CNE, la Comisión Nacional de Primarias (CNP), un órgano encargado de organizar las elecciones primarias de la oposición, ha decidido organizar de forma independiente las elecciones primarias, sin el apoyo técnico del CNE. Estas primarias, que tienen como objetivo escoger un candidato único entre los partidos políticos de la oposición, representan un proceso cívico crucial.
Naciones Unidas reconoce que “elecciones genuinas son aquellas que revelan y dan efecto a la voluntad libremente expresada del pueblo”. Por tal motivo, las elecciones deben adherirse al Estado de Derecho y ser libres de toda presión ejercida por el partido oficial o por otros actores. La ruta electoral que conduce a las próximas elecciones no debe ser una mera formalidad, sino un proceso genuino que reconozca que la participación política conlleva a mucho más que solo el derecho a votar.
Venezuela tiene una obligación de adoptar medidas necesarias para garantizar a los individuos una oportunidad efectiva de ejercer sus derechos consagrados en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) y en la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH), incluyendo el derecho a hacer parte de la conducción de los asuntos públicos por medio de la participación política. Este derecho requiere condiciones genuinas y la garantía de otras libertades fundamentales como la libertad de expresión y el derecho a la información, el derecho de reunión y libre asociación. La existencia de la democracia en sí misma, un sistema basado en la participación política, es esencial para la completa protección y garantía de otros derechos humanos.
La comunidad internacional y otros actores no deben aceptar menos y deben exigir a Venezuela cumplir con estándares electorales mínimos que garanticen el derecho a la participación política y elecciones libres y justas. La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha establecido que las autoridades venezolanas no deben utilizar procedimientos administrativos para impedir que candidatos puedan postularse a cargos públicos. En ese sentido, celebramos los pronunciamientos emitidos por el Departamento de Estado de Estados Unidos y por la Unión Europea expresando su preocupación por las recientes decisiones que socavan aún más la posibilidad de elecciones libres y justas.
Venezuela debe cumplir con sus obligaciones internacionales y garantizar a su pueblo el derecho a la participación política. Todas las personas venezolanas, sin importar si residen en el país o en el extranjero, tienen el derecho a participar en asuntos públicos y a ejercer su derecho de tomar libremente decisiones pacíficas e independientes sobre el futuro de su país.
Firmas:
Oficina de Washington para América Latina (WOLA)
Global Center for the Responsibility to Protect
Robert F. Kennedy Human Rights (RFKHR)
Fundación para el Debido Proceso (DPLF)
Comisión Internacional de Juristas (ICJ)
Human Rights Watch (HRW)