WOLA: Advocacy for Human Rights in the Americas

Ilustración: Anđela Janković

18 Oct 2023 | Análisis

Crónicas de la coca: Bolivia desafía la prohibición de la hoja de coca por parte de la ONU

Casi 75 años después de que las Naciones Unidas llamara a la abolición de los usos tradicionales de la hoja de coca, el mundo tiene una nueva oportunidad de corregir este grave error histórico. La Organización Mundial de la Salud (OMS), por iniciativa de Bolivia, llevará a cabo un “examen crítico” de la hoja de coca durante el próximo año. Basándose en sus conclusiones, la OMS podría recomendar cambios en la clasificación de la coca según los tratados de control de drogas de la ONU. Las recomendaciones de la OMS serán sometidas a la aprobación de la Comisión de Estupefacientes (CND, por sus siglas en inglés) de la ONU, y podrían ser votadas en 2025. 

Cambiar el estatus de la coca en los tratados sobre drogas podría reivindicar los derechos de los pueblos indígenas y abrir mercados internacionales legales para los productos naturales de la coca, fortaleciendo las economías andinas y llevando los beneficios de la coca a un número cada vez mayor de personas en el mundo. El proceso de revisión de la coca también puede ayudar a modernizar un sistema de tratados de drogas que sigue sumido en sesgos colonialistas y prejuicios raciales de los cuales surgió a mediados del siglo XX. Desde la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) y Transnational Institute (TNI) seguiremos de cerca el proceso de revisión de la coca y examinaremos los aspectos clave del debate. En esta primera entrega de Crónicas de la coca, analizamos cuatro cuestiones básicas.

 

1. ¿Cómo llegó la hoja de coca a figurar en la Lista I de la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes de las Naciones Unidas?

 

La propia OMS desempeñó un papel crucial en la decisión inicial de designar a la coca como una droga en la Lista I de la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes de las Naciones Unidas. Esa fatídica decisión ha condenado una cultura andino-amazónica milenaria, criminalizado a miles de personas que cultivan, comercian y consumen coca, y ha impedido a muchas otras personas poder acceder a  los beneficios de la coca.

En el Dossier de sustentación que fundamenta la petición de una revisión crítica por parte de la OMS, el gobierno de Bolivia describe el proceso gravemente viciado que condujo a la decisión de clasificar la hoja de coca como droga en la Lista I, y concluye que la “principal responsabilidad institucional de este error histórico radica en la propia OMS ”. Un informe de 1950 de la Comisión de Estudio de las Hojas de Coca de la ONU concluyó que el mascado de la coca “no puede ser mirado como una toxicomanía, sino un hábito”, y que “no se notan síntomas de abstinencia”. Pero en 1952, y de nuevo en 1954, la OMS hizo caso omiso de las conclusiones del informe de 1950 y, en su lugar, argumentó que la masticación de la coca era una forma de “adicción” y “cocainismo”. Basándose en este juicio, la Convención Única incluyó la hoja de coca en la Lista I, e instó a la abolición de la masticación de coca en los 25 años posteriores.

Aunque el informe de 1950 de la Comisión de Estudio de las Hojas de Coca de la ONU se abstuvo finalmente de concluir que la masticación de la coca era una forma de adicción, el tono general del informe era profundamente sesgado y tenía prejuicios raciales, así como la intención de demostrar los daños supuestamente infligidos por la masticación de la coca. En una entrevista concedida en 1949 a un periódico peruano, cuando la misión de estudio de la ONU estaba en marcha, el jefe de la misión, Howard B. Fonda (vicepresidente de la Asociación Americana de Productores Farmacéuticos), se sinceró sobre lo que él consideraba el objetivo de la Comisión. Para Fonda, masticar coca:

“no solo es definitivamente nocivo y deletéreo, sino que es la causa de la degeneración racial de muchos grupos de población y de la decadencia que es evidente en muchos habitantes nativos, e incluso mestizos, de ciertas regiones del Perú y Bolivia. Nuestros estudios confirmarán la verdad de nuestras afirmaciones, y esperamos poder presentar un plan de acción racional basado en las realidades de la situación y en la experiencia sobre el terreno, para asegurar la erradicación total de este hábito pernicioso”.

Pero Fonda no estaba solo en estas opiniones. El funcionario de la ONU de Argentina Pablo Osvaldo Wolff preparó materiales para apoyar la Comisión de Investigación. En 1952 y 1954, Osvaldo Wolff fue secretario del Comité de Expertos de la OMS que tomó las fatídicas decisiones que condujeron a la designación de la hoja de coca como droga de la Lista I en la Convención Única de 1961. Al igual que Fonda, Osvaldo Wolff no dejaba lugar a dudas sobre sus perspectivas. Dado el papel que desempeñó en el vilipendio y la criminalización de la coca en el sistema de tratados de drogas de la ONU, merece la pena citar una conferencia de Osvaldo Wolff de 1949, en la que reflexionaba sobre su trabajo preparatorio para la Comisión de Investigación:

“El indio que no mastica hoja de coca es lúcido, inteligente y alegre, dispuesto al trabajo, vigoroso y resistente a las enfermedades; el coquero, por el contrario, es abúlico, apático, perezoso, insensible a su entorno, su mente está ofuscada; sus reacciones emocionales son raras y violentas, está moral e intelectualmente ‘anestesiado’, socialmente sometido, casi un esclavo. […] La degeneración moral acompaña a la física; la mentira es una de las características sobresalientes, probablemente debida a la falta de equilibrio moral. La criminalidad es elevada, y las formas bárbaras de homicidio sólo pueden explicarse por una cierta insensibilidad moral. No cabe duda de que el hábito de masticar hojas de coca es una de las razones más poderosas del atraso y la miseria de la población india”.

Que éstas fueran las opiniones abiertamente sostenidas que animaron a figuras clave en la decisión de criminalizar la hoja de coca es aleccionador. Sin embargo, hasta ahora no se ha reconsiderado formalmente el estatus de la hoja de coca en la Convención Única, a pesar de los sesgos evidentes que impregnaron las consideraciones de la OMS en la década de 1950. En 1992, el único otro momento en que la hoja de coca apareció en su orden del día, el Comité de Expertos de la OMS en Farmacodependencia simplemente concluyó —sin ninguna documentación nueva— que la hoja de coca estaba debidamente incluida en las listas porque “la cocaína se extrae fácilmente de la hoja”. En primer lugar, no se cuestionó en modo alguno la razón por la que la coca se incluyó en la Lista I. Desde entonces, los derechos de los pueblos indígenas se han afianzado en la legislación nacional e internacional, especialmente con la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de 2007. De hecho, la reciente activación por parte de Bolivia de la revisión crítica de la OMS lleva mucho tiempo pendiente.

Ilustración: Anđela Janković

2. ¿Cuál es la diferencia entre la hoja de coca y la cocaína?

 

Las hojas del arbusto de coca contienen 20 alcaloides conocidos, incluidas pequeñas cantidades de cocaína (según la especie y la variedad de coca, entre el 0,1 y el 0,8 por ciento). Masticar hojas de coca o beber té infusionado con ellas produce niveles ínfimos de concentraciones de cocaína en el torrente sanguíneo y produce un efecto estimulante leve, sin causar dependencia. Los millones de indígenas y otras personas que consumen regularmente hojas de coca valoran sus importantes beneficios para la salud, como aumentar la resistencia y evitar la hipoglucemia, que previene el mal de altura. Por ello, las hojas de coca son especialmente útiles en la montañosa región andina. Como explicó el presidente de Bolivia Luis Arce en su notificación formal al secretario general de la ONU António Guterres en junio de 2023, la hoja de coca tiene “usos tradicionales medicinales, nutricionales y fitoterapéuticos antiquísimos que no producen dependencia ni ningún efecto nocivo a la salud”. Estas valiosas propiedades de la hoja de coca no son un descubrimiento nuevo: los seres humanos consumen coca desde hace más de 8.000 años, y la hoja ha llegado a desempeñar un papel cultural central en la región andino-amazónica. En resumen, millones de personas han consumido hoja de coca de forma segura y beneficiosa durante milenios y, como señaló el presidente Arce en su carta de notificación, “ninguna de ellas ha tenido que recurrir o los servicios de salud para el tratamiento de dependencia o de efectos nocivos de toxicidad”.

Aunque variedades del arbusto de coca son cultivadas desde hace milenios, el alcaloide cocaína —un potente estimulante— fue aislado por primera vez de las hojas de coca en 1860. Desde entonces, las hojas de coca han servido como materia prima para la fabricación química de clorhidrato de cocaína (su forma en polvo), mediante la cual, la cocaína se extrae de grandes cantidades de hojas de coca. Las últimas investigaciones realizadas en Colombia por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) indican que se necesita una tonelada métrica de hojas de coca frescas para producir 1,45 kilogramos de cocaína (con 80 por ciento de pureza).

A finales del siglo XIX, la cocaína ganó fama como anestésico local y fue promocionada en numerosas fórmulas comerciales como un saludable elixir. Los controles impuestos en el siglo XX acabaron reduciendo el ámbito legal de la cocaína a usos estrictamente médicos y científicos, de acuerdo con las obligaciones generales de la Convención Única de 1961. Los nuevos productos farmacéuticos sustituyeron gradualmente a la cocaína, y hoy en día el uso médico mundial de la cocaína asciende a unos 400 kilogramos, fabricados y exportados legalmente por Perú. Pero el esfuerzo por eliminar los usos recreativos de la cocaína prohibiéndola e imponiendo sanciones penales fracasó desde el principio. La popularidad de la cocaína como droga recreativa se disparó a partir de la década de 1970, y el floreciente mercado ilegal ha enriquecido a organizaciones de narcotraficantes y a grupos criminales desde entonces. La producción ilegal de cocaína ha alcanzado un máximo histórico, estimado en 2.300 toneladas métricas en el último Informe Mundial de Drogas de la ONUDD.

Para 2021, la superficie total dedicada al cultivo de coca se estimaba en unas 200.000 hectáreas en Colombia, 80.000 en Perú y 30.000 en Bolivia, incluyendo los cultivos de coca con fines lícitos. La Convención Única, al tiempo que limitaba el uso de la hoja de coca a fines médicos y científicos, y prohibía usos tradicionales como la masticación de la coca, establecía exenciones para “el uso de hojas de coca para la preparación de un agente saporífero que no contenga ningún alcaloide” (la exención de la “Coca-Cola”) y para determinados productos industriales como tintes o fertilizantes. Así pues, ya existe una producción lícita de coca, principalmente para el consumo interno, pero también para la exportación lícita con fines médicos (cocaína) y refrescos (hojas descocainizadas). Sin embargo, la exportación de hoja de coca natural, té de coca o harina de coca sigue estando estrictamente prohibida.

3. Ahora que Bolivia ha activado un proceso de revisión de la coca, ¿cuáles son los próximos pasos y el posible cronograma?

 

Este primer paso del proceso que Bolivia ha iniciado será un estudio realizado por el Comité de Expertos de la OMS, basado en la bibliografía científica disponible, los aportes de las Partes en el tratado (incluyendo el expediente que Bolivia ya ha presentado) y las contribuciones de las organizaciones de la sociedad civil. En función de las conclusiones de su estudio, el Comité de Expertos presentará los cambios recomendados en la clasificación de la coca a la Comisión de Estupefacientes (CND), el organismo de las Naciones Unidas encargado de las políticas sobre drogas, con sede en Viena. Posteriormente, los 53 países que componen la CND votarán sobre las recomendaciones, siendo necesaria una mayoría simple para su aprobación.

Para garantizar que la OMS lleve a cabo su revisión científica de la forma más exhaustiva, inclusiva y multidisciplinar posible, el Dossier de sustentación de Bolivia destaca numerosas dimensiones que el proceso de revisión debe tener en cuenta. Dada la centralidad de la coca en las prácticas culturales, ceremoniales y de medicina tradicional de muchos pueblos indígenas de la región andino-amazónica —y dados los grotescos prejuicios sobre los pueblos indígenas que impulsaron la decisión inicial de clasificar la coca como estupefaciente— el dossier destaca la necesidad imperiosa de garantizar que se incluya ampliamente a los pueblos indígenas en el proceso de revisión, así como a expertos en “medicinas tradicionales”.

Se espera que la revisión crítica de la OMS concluya a finales de 2024, lo que sentaría las bases para una votación en la sesión de la CND en marzo de 2025. El resultado ideal, en opinión del gobierno boliviano, sería que la OMS recomendara eliminar la coca por completo de las listas de la Convención Única. En principio, la OMS podría recomendar trasladar la coca a la Lista II, menos restrictiva, junto con la codeína y otros opiáceos más suaves. Pero, que sea designada en Lista II significaría que la hoja de coca seguiría estando limitada a fines médicos y científicos, aunque sujeta a menores niveles de control administrativo. Es probable que cualquier recomendación para modificar el actual estatus de la coca en la Lista I enfrente fuertes vientos en su contra en la CND, donde reunir los votos necesarios para promulgar un cambio en el estatus de la coca probablemente encontraría importantes obstáculos.

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4. ¿Qué retos le esperan al proceso de revisión de la coca en la ONU?

 

Hace una década, cuando Bolivia salió de la Convención Única y luego logró reincorporarse a ella con una reserva que defendía el uso tradicional de la hoja de coca dentro de Bolivia, Estados Unidos se opuso rotundamente. El gobierno del presidente Barack Obama encabezó una campaña para bloquear la reserva boliviana. Al presentar su objeción formal, la administración de Obama destacó la preocupación de Estados Unidos de que “la reserva de Bolivia probablemente conduciría a una mayor oferta de coca disponible y, como resultado, habría más cocaína disponible para el mercado mundial de cocaína, alimentando aún más el narcotráfico y las actividades delictivas asociadas en Bolivia y los países a lo largo de la ruta del tráfico de cocaína”. Todos los países del G8 y varios otros países europeos se unieron al gobierno estadounidense en su objeción. Al final, la coalición formada por Estados Unidos no consiguió impedir que Bolivia volviera a adherirse al tratado, y desde entonces, tanto México como Holanda han retirado formalmente sus objeciones originales. Pero es casi seguro que las razones de Estados Unidos para oponerse a la reserva de Bolivia en 2012 volverán a surgir a medida que se aviven los debates en torno a la revisión crítica de la OMS sobre la coca. Especialmente en Europa, han surgido nuevas preocupaciones sobre el aumento del consumo de cocaína y el aumento de los niveles de violencia asociados con el comercio ilícito de cocaína.

Como destacó el presidente Arce en su carta en junio al Secretario General (Guterres) de la ONU, la “intención [de Bolivia] no es disminuir en ninguno medida la fiscalización internacional del cultivo de coca y el uso de las hojas de coca para la producción ilícita de cocaína”. Incluso si la hoja de coca se suprimiera por completo de las listas de la Convención Única, el tratado contiene artículos específicos que seguirían exigiendo a las Partes la adopción de medidas para impedir que la hoja de coca se utilice como materia prima en la producción ilícita de cocaína. Además, como se argumenta en el dossier adjunto, el “temor de que el mercado internacional de venta legal de té de coca, harina de coca, ypadú o mambe y otros productos derivados de la coca podría convertirse en una fuente clandestina de producción de cocaína es totalmente infundado”. El proceso de extracción es demasiado complicado como para pensar siquiera en utilizar un kilo de bolsitas de té o mambe para extraer un gramo de cocaína y, por una cuestión económica, tal esfuerzo simplemente no sería compensado.

Hasta ahora, dos países —Colombia y México, ambos miembros de la CND— han expresado públicamente su apoyo al proceso de revisión iniciado por Bolivia. Cualquier eventual recomendación de la OMS de reclasificar la hoja de coca, o de eliminarla por completo de la Convención Única, necesitará el respaldo de un grupo mucho mayor de países para ser aprobada por la CND. La propia CND se ha convertido en un espacio cada vez más polarizado en los últimos años, y cabe esperar que la revisión de la coca desencadene debates muy polémicos.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos advirtió recientemente que el actual modelo de control de drogas “perpetúa los patrones existentes de discriminación, incluso contra los afrodescendientes, las mujeres y los pueblos indígenas”, pidió que se ponga fin a la “guerra contra las drogas,” e hizo un llamado a centrar la atención “en un cambio transformador, elaborando políticas que se basen en evidencia [y] que pongan los derechos humanos en su centro”. Una revisión basada en pruebas de la clasificación de la hoja de coca es un paso importante hacia la transformación de un sistema de tratados que parece congelado en el tiempo. La revisión que se está llevando a cabo brinda una oportunidad extraordinaria para deshacer una grave injusticia histórica, resolver el innegable conflicto entre la Convención Única y los derechos indígenas, generar oportunidades de sustento lícito para las y los cultivadores de coca, contribuir con la consolidación de la paz en la región andina, y poder compartir las propiedades beneficiosas de la hoja de coca con el resto del mundo.